Una vez cruzada la barrera de la mitad de temporada en la NFL, hay ciertos asuntos que parecen comenzar a tomar aspecto de certeza. Como por ejemplo, que Lions, Chiefs y Ravens son los mejores equipos de esta campaña, que los Bills sin hacer mucho ruído están ahí, que los Eagles van camino de convertirse en aspirantes o que Steelers, Chargers, Falcons y Cardinals son serios candidatos a entrar en Playoffs. También que los Commanders van a doblar con facilidad su número de victorias de la temporada pasada –el pasado año ganaron 4 partidos y recién llegados a noviembre, esta temporada llevan 7 victorias en 9 partidos–. De hecho, Commanders y Cardinals son los principales aspirantes a uno de los clásicos de la NFL: Equipos que la temporada anterior acabaron últimos de su división y el siguiente, la ganan.
Al mismo tiempo que este año existe un pelotón de cola muy amplio, con hasta nueve equipos con solo 2 victorias. Por arriba, algunos equipos empiezan a despuntar como serios candidatos para ganarlo todo y unos pocos están jugando a un nivel excelente. Vamos a ver cómo está el panorama tras la novena semana de competición:
No hay lluvia ni viento que consiga detener a los Detroit Lions
La narrativa sobre los Lions (y especialmente sobre Goff) era muy clara: Siempre que juegan en un dome las cosas les van bien, pero como tengan que salir a jugar en un estadio al aire libre y a la intemperie, todo se complica y bajan su nivel. Así se presentaron en Green Bay, con un Lambeau Field donde la lluvia arreciaba con fuerza y el viento soplaba, poniendo las condiciones de juego muy complicadas… Y los Lions se adaptaron mucho mejor a las circunstancias que los Green Bay Packers. Con un nivel de ejecución extremadamente efectivo, siendo muy disciplinados y cometiendo muy pocos errores (todo lo contrario que el equipo local) dominaron un partido que, en teoría, se le debería haber complicado. Además, en un terreno de juego que históricamente les ha sido muy esquivo, estos Lions demostraron una vez más que están equipados para poder con todo.
La OL, David Montgomery y Jahmyr Gibbs se encargaron de abrir brecha y Goff, conectando con Amon-Ra, de completar el trabajo. Este equipo de Detroit es ahora mismo el gran favorito de la Conferencia Nacional y demuestran tener el pack completo para romper su maldición histórica como uno de los cuatro equipos que jamás ha disputado un Super Bowl (Lions, Texans, Jaguars y Browns).
Por parte de los Packers, esta derrota no les convierte para nada en un mal equipo, de hecho son uno de los mejores de la Nacional igualmente. Lo que sí sucede es que, por un lado, llevarse la división y tratar de alcanzar el Seed1 se complica bastante; y por otro, necesitan que su defensa no sea tan vulnerable contra la carrera como demostró en este partido –sus LBs se equivocaron repetidas veces y se veían atrapados por los bloqueos de la OL de los Lions y el cambio de Edgerrin Cooper al Mike en lugar de Quay Walker tampoco tuvo los efectos deseados–. En ataque necesitan ser más disciplinados y reducir los errores, Love es capaz de grandes jugadas y en todos los partidos saca grandes lanzamientos (aunque no fuera el caso de este partido bajo la lluvia), pero a la vez comete errores de juicio como el del pick6 en Los Ángeles ante los Rams o el de esta semana, que fue gravísimo, justo antes del descanso y que básicamente dejó el partido sentenciado para los Lions.
El ataque de los Ravens no deja de gritar a los cuatro vientos que es el mejor de la NFL
Los Ravens se han dejado varios partidos que no deberían. La derrota contra los Raiders, la de la pasada semana contra los Browns… esto pasa en la NFL. Por eso, cuando se argumenta contra los Bills que no han ganado a grandes equipos, a veces se pierde la perspectiva de que ganar a cualquiera en la NFL no es sencillo y que cualquier domingo, cualquier equipo puede ponerte en muchos problemas. Pero a pesar de esos tropiezos, cuando ves jugar a los Ravens, su ataque te convence de que esta vez sí está preparado para el reto de llegar hasta el final del camino, de que tiene lo que hay que tener para llegar a Nueva Orleans y luchar por el anillo. Contra una defensa de Denver que estaba entre las cinco mejores de la NFL en lo que vamos de temporada y que demostró su intención de eliminar la carrera de Baltimore, el ataque dirigido por Todd Monken tuvo la paciencia de no abandonar el camino terrestre y utilizarlo en su favor para que Lamar Jackson ejecutara. Y vaya si lo hizo… Ante una propuesta eminentemente zonal en cobertura, Lamar estuvo brillante: 12/15 para 260 yardas, un rating perfecto y, atención, 17,3 yardas por pase completado. Los Broncos propusieron cajas cargadas para detener a Henry y zona durante todo el partido y Lamar Jackson contestó destruyendo una secundaria a la que pocos habían conseguido hacer daño de verdad.
Y cuando los Ravens encaran defensas zonales, siempre aparece un jugador como protagonista: Zay Flowers, una bestia atacando los espacios y generando yardas con el balón en las manos. Fue el mejor socio de Lamar. ¿Lo mejor de todo? Que incluso con una gran defensa contra la carrera enfrente, Derrick Henry consiguió producir igualmente.
Por eso la ofensiva de los Ravens es tan convincente, por eso, aunque su defensa tenga defectos, te dan motivos para pensar que este año pueden conseguirlo. Porque sea contra cajas cargadas o ligeras, contra blitz o contra equipos que mandan solo cuatro a por el QB; sea corriendo Henry o corriendo Lamar, operando desde el pocket o lanzado fuera de él, en profundo o haciendo del checkdown un arte; el ataque de Todd Monken, comandado por el mejor Lamar Jackson que hemos visto nunca, está alcanzando nivel de verdadera excelencia.
Los Chargers se ganan el respeto de la liga
Era sencillo pensar que Jim Harbaugh pondría orden dentro de una franquicia que llevaba unos cuantos años a la deriva. Que la dotaría de identidad y de estilo. De su estilo. Ese labrado en piedra y que va unido a un carácter de esfuerzo y lucha. Lo que quizá no pudimos anticipar es que la fórmula sería exitosa tan pronto. Y la fórmula se explica rápido: Una gran defensa y un gran quarterback.
En ataque falta muchísimo talento, pero Herbert lo está elevando todo. La propuesta de Greg Roman, señalada los últimos años como anticuada y unidimensional, ha encontrado una evolución muy confortable apoyada en las virtudes de su quarterback. Con este estilo, Justin Herbert no tiene que jugar a ser el héroe cada domingo y puede dedicarse a hacer lo que mejor hace: ser una auténtica máquina de grandes lanzamientos sin cometer apenas errores. Envuelto en un gran juego de carrera en el que JK Dobbins ha resucitado como jugador, Herbert se mueve como pez en el agua cuando pasa en downs tempranos, porque interpreta cajas pesadas y ventajas fuera de los números, es cuando le vemos soltar el brazo con más confianza (y acierto y precisión). De Ladd McConkey está sacando un socio para muchos años y en Quentin Johnston, un jugador que ha vuelto a encontrarse a sí mismo después de un desastroso inicio de carrera en la NFL. Esta temporada estamos viendo algo más parecido a su versión de TCU y se ha convertido en una herramienta muy útil y, en muchos partidos, muy productiva. Aun así, sigue teniendo errores de bulto, esta misma semana, el mejor pase de todo el partido de Herbert fue un misil en forma de back shoulder que Johnston no supo entender ni pudo atrapar. Es evidente que falta mucho talento en ese ataque. Y con todo, las últimas semanas de Herbert son para pensar que como mantenga el nivel igual hay que acabar citándole en la conversación del MVP. De momento, es uno de los dos o tres mejores QBs de las últimas dos o tres semanas.
Si a esto le unes que Jessie Minter ha dado en el clavo con su propuesta defensiva, te encuentras con un equipo durísimo de batir, rocoso y que plantea partidos donde, si quieres superar a los Chargers, tienes que estar dispuesto a sufrir. La tendencia defensiva de moda esta temporada, la que implantó Mike McDonald la pasada temporada en Baltimore y acabó siendo la mejor defensa de la NFL, este año solo termina de funcionar en Los Ángeles. Ni los propios Ravens con Zach Orr (que ha perdido el factor indetectable y es mucho más sencillo para los QBs reconocer a qué tipo de defensa se están enfrentando), ni el propio McDonald en Seattle (donde su personal está teniendo problemas para entender y adaptarse al sistema, además de las lesiones), están siendo capaces de rendir al nivel al que Minter está logrando hacer jugar a la unidad defensiva de los Chargers: formaciones pre snap que enmascaran lo que la defensa va a hacer, rotaciones post snap y dos pilares en cuanto a formaciones; single high con presión en el exterior –con o sin blitz, recurriendo a presiones similares– o un blitz muy agresivo cayendo la cobertura en fire zone (La defensa fire zone es un esquema de presión al QB con un extra pass rusher y en lugar de caer en una cobertura individual, se construye una zona en dos niveles, formados por tres jugadores y desde aquí múltiples posibilidades de qué jugadores cumplen cada función). Si logras disfrazar dos propuestas tan distintas partiendo de formaciones similares y atacar al QB con diferentes piezas, para las ofensivas rivales, y sobre todo para los quarterbacks, se complica mucho la lectura de lo que tienes enfrente y llegan los errores. A Jameis Winston se le hizo muy larga la tarde contra esta defensa y se equivocó una y otra vez. Eso es lo que Jessie Minter pretende y consigue con su idea defensiva.
Los Cardinals y los Rams han salido respondones en la NFC Oeste
Qué locura de división, hace dos semanas los Seahawks la lideraban y ahora mismo son los últimos clasificados. Todos los equipos están en un partido y los que el primer mes parecían los más vulnerables, ahora mismo son los dos más en forma. Lo de los Arizona Cardinals empieza a tomar un aspecto magnífico; es un equipo cuya defensa tiene grandes agujeros, la presión al QB sufre de falta de talento y profundidad (aunque en este partido se dieron un festín, con hasta 12 jugadores logrando al menos una presión al QB de Chicago) pero eso tiene que ver con un gran diseño de presiones simuladas por parte de Gannon y la falta de talento sigue ahí y lo paga toda la unidad. Sin embargo, el ataque está empezando a jugar como uno de los mejores de la liga. Durante el arranque de temporada, vimos a esa ofensiva a flashazos, con grandes partidos y otros donde les costaba encontrar el equilibrio, pero las últimas semanas lo que Drew Petzing plantea está comenzando a hacer click. Y son lógicos esos dolores de crecimiento para esa ofensiva. Primero, porque Kyler Murray tampoco lleva tantos partidos al frente de la misma, la pasada temporada sólo estuvo en el campo en la recta final y ahora le ha llevado un tiempo encontrarse a sí mismo en un ataque diseñado para sacar partido de sus mejores virtudes y ya le estamos viendo revolucionar el pocket con su movilidad y poner a funcionar a un cuerpo de receptores cada vez más entonado y complementario. De Marvin Harrison jr. debemos esperar más consistencia, pero cuando aparece su versión buena, mucho cuidado. Michael Wilson es un jugador muy adecuado para jugar en el lado opuesto al WR rookie y Trey McBride es ya, por derecho propio, uno de los mejores TEs de la NFL.
Petzing está complementando muy bien el juego terrestre con la consistencia de James Conner y alguna aparición explosiva de Demercado, con una enorme creatividad en el uso de los receptores, que lo mismo te ataca en profundo que juega una jet sweep para un TE. Si a esto le sumas el uso de las piernas de Murray –sea para pasar fuera del pocket o para correr–, te encuentras con un ataque muy completo y difícil de detener.
En lo que respecta a los Rams… Cuando están sanos son peligrosísimos. Sanos, son un equipo capaz de competir con absolutamente cualquier equipo de la NFL. El nivel al que está jugando Matthew Stafford nos recuerda que es uno de los QBs más talentosos que hemos visto en nuestra vida y el esquema de McVay está hecho a prueba de bombas porque su intención inicial es que todo comience por la carrera, pero cuando Puka Nacua y Cooper Kupp están juntos sobre el campo, su utilización y la manera que Stafford tiene de encontrarlos, abre autopistas para Kyren Williams, por lo que esta ofensiva sabe encontrar ventajas de muchas maneras distintas. De tantas, que hasta cuando nada funciona, hasta cuando todo se atasca y pierdes una pieza tan importante como Nacua, a la vez que tu juego de carrera no funciona (como sucedió el domingo en Seattle), Stafford tiene la capacidad de decir "si nada más funciona, voy a buscar una y otra vez al jugador en el que más confío" y convertir el partido en un monólogo de atacar el punto más débil de la defensa rival. Y así ganaron en Seattle. El partido comenzó con el ataque de Rams atascado y sin respuestas. ¿Qué hizo Stafford? Mirar a Cooper Kupp una y otra vez, hasta el infinito: 14 pases a Kupp, de los que atrapó 11, para 104 yardas, 49 de ellas after catch. ¿Qué provocó esto? Que cuando la defensa de Seattle ya no sabía qué hacer contra Kupp, descuidó su espalda y el juego profundo y en el momento decisivo del partido, Stafford puso a funcionar a DeMarcus Robinson. Esto solo está al alcance de QBs de pura élite.
De hecho, el drive de la prórroga, que acaba con la victoria de los Rams, es un auténtico clinic de Stafford. Lo hace parecer hasta fácil. Y su último lanzamiento, el decisivo, el del touchdown que vale la victoria, es un pase con una precisión asombrosa; la recepción de Robinson y cómo utiliza su cuerpo sobre el CB es digna de mención, pero el pase es simplemente perfecto.
Y cuando los de McVay parecían a punto de quedar desahuciados, ahora mismo son uno de los equipos más en forma de la NFL y un rival muy serio en la lucha por la división Oeste de la NFC y por los Playoffs en esta conferencia. En un par de semanas tienen un duelo contra otro de los equipos al alza, los Eagles, que nos va a decir mucho de dos equipos que están muy entonados; pero que nadie descarte a los Rams porque si cuentan con todas sus piezas pueden ser uno de los mejores de su división y su conferencia.
MVP de la Jornada: Saquon Barkley
Actuación para el recuerdo del RB de los Eagles que, para empezar nos dejó una acción que se va a quedar en nuestras retinas y en la memoria colectiva de la NFL por muchísimo tiempo. Esa jugada es una exhibición de exuberancia física como hemos visto pocas; lo que hace Saquon es visualmente espectacular, pero no menos difícil de ejecutar… un salto marcha atrás después de un reverso, para superar por arriba a un defensor que viene a placarte. El control absoluto que debes tener de tu cuerpo para equilibrarte y lograr ese salto de espaldas es simplemente una hazaña. Algo que no habíamos visto nunca y que saldrá en resúmenes y highlight de la NFL durante décadas.
Pero más allá de esa acción, que es una de las jugadas del año, el partido de Saquon Barkley es monstruoso: 159 yardas de carrera, casi 6 yardas por acarreo y 40 de recepción para 199 totales y 2 touchdowns (uno de carrera y otro de recepción). Uno de los partidos más completos de cualquier jugador en lo que llevamos de temporada. Y, por encima de los números, lo que Barkley significa para este ataque…
El ataque de Philadelphia ha hecho clic, la vuelta de AJ Brown da sentido a toda esta ofensiva, que cuando tiene a Brown en el campo, es la más explosiva de toda la NFL y cuando AJ está fuera, cae al puesto 27º de esa categoría. Pero Barkley es la clave. Porque con Saquon puedes quitar la atención de las defensas en Jalen Hurts… y si Jalen Hurts no comete intercepciones ni se mete en líos que acaban en sacks o pérdida de yardas, esta ofensiva funciona. Básicamente necesita limitar los errores de un Hurts, que las últimas semanas está jugando muchísimo mejor y que tiene una innegable capacidad de empujar el balón en profundo para aprovechar los huecos a la espalda de los LBs que genera Saquon. Y ahí AJ Brown y Devonta Smith hacen diabluras. Cuidado con los Eagles, que han encontrado la manera de que las cosas funcionen para ellos… y Barkley es el principal motivo de ello.
Rookie de la Jornada: Drake Maye
Soy consciente de que los Patriots volvieron a perder y de que son un equipo horrible. Pero la temporada estará amortizada si pueden confirmar que Drake Maye es el QB sobre el que construir un proyecto ganador. Y desde luego el chico tiene hechuras de sobra para ello. Rodeado de un equipo desastroso, Maye dejó grandísimas jugadas con su brazo y con sus piernas: Más de 200 yardas de pase y casi 100 por tierra. Y eso que está solísimo, y eso que los que le rodean no le ayudan, le dejan caer balones y le complican la existencia.
A pesar de la derrota, los aficionados de los Pats se pueden ir con un buen sabor de boca aunque sea solamente por la jugada que Maye protagonizó para forzar la prórroga. Su despliegue en el backfield en esa jugada, escapando de todas las amenazas, reteniendo el balón casi 12 segundos bailando entre defensores, para acabar lanzando un pase perfecto fuera de plataforma a Rhamondre Stevenson, es una muestra brutal de un talento ilimitado. Ahí tienen un QB los Patriots. Y si esa es la única certeza con la que salen de la temporada, no será poca cosa. Además, todo apunta a que van a elegir muy arriba en el próximo Draft, así que a construir en torno a Drake Maye.
Jugador Defensivo de la Jornada: Trey Hendrickson
No podría ser otro esta semana. Hendrickson se comió viva a la OL de los Raiders y sumó 4 sacks en un mismo partido, lo que le coloca como el líder absoluto de la NFL con 11 capturas al QB en 9 semanas de competición. Pero su actuación no se queda ahí, ya que hizo reinar el terror en la ofensiva de Las Vegas durante todo el partido, con 10 presiones al QB en 30 pass rushers protagonizados por un jugador que, recordemos, está muy solo en este aspecto pues en la defensa de los Bengals cuesta muchísimo generar presión al QB que no venga precisamente de Hendrickson. La OL de Las Vegas sabía quién era el verdadero peligro y no encontraron la manera de contenerlo. De hecho, de las 10 presiones al QB, 7 de ellas fueron logradas en menos de 2,5 segundos… simplemente estaba en la cara del QB todo el tiempo.
MNF: Cuando la obligación aprieta, Mahomes se vuelve quirúrgico y Hopkins lo convierte en más peligroso
Una vez más, los Chiefs vuelven a hacer lo suficiente y estrictamente necesario para sacar la victoria. Otro triunfo por una anotación y esta vez en la prórroga… y ya van 14 victorias consecutivas para Kansas City, con un diferencial de tan solo 97 puntos en esa racha, lo que subraya que están completamente habituados a sacar adelante partidos ajustados. Lo que para muchos podría ser una debilidad, en realidad tiene trazas de virtud o al menos resulta muy útil cuando llega la hora de la verdad, porque tienen la costumbre de encarar situaciones de marcadores apretados, se encuentran cómodos en ellas y saben cómo resolverlas.
Una vez más, también en este partido, cuando llegó el momento de verdadera obligación, cuando había que ejecutar para asegurar la victoria, Patrick Mahomes sacó su efectividad quirúrgica de cirujano. Verle en drives decisivos te enseña que cuando sabe que debe resolver, consigue esa difícil mezcla entre efectividad y brillantez, conectando los pases decisivos pero sin poner el balón en riesgo. Se vuelve un cyborg.
Y si para algo sirvió este partido, además de para certificar la octava victoria en ocho partidos esta temporada y mantener la condición de invicto, fue para comprobar que con DeAndre Hopkins, Mahomes y este ataque de los Chiefs van a ser mucho más peligrosos. Hopkins fue una superestrella de la NFL, pura élite entre los WRs durante años, en algún momento, incluso el mejor receptor de toda la liga. Ahora, su físico no es el que era pero su talento no se ha marchado a ningún sitio. Si alguien se preguntaba si D-Hop, a estas alturas de su carrera, sería capaz de aportar algo que el resto de receptores de los Chiefs no puede, la respuesta es un rotundo sí y en este primer partido en que el contó con un papel relevante quedó demostrado. Hopkins ya no tendrá la velocidad de antaño pero sigue siendo un refinadísimo corredor de rutas y, por encima de todo, tiene unas de las mejores manos de toda la liga. Eso se traduce, principalmente, en un arma para situaciones de necesidad, como terceros downs y jugadas de End Zone y la primera muestra de Hopkins en este ataque nos deja las siguientes estadísticas en 3º down para Patrick Mahomes: un tremendo 11/13 para 126 yardas y 10 primeros downs. El QB de los Chiefs ya destacaba esta temporada en 3º y 4º down, pero ahora tiene el arma que necesitaba para conseguirlo cuando llegue el momento de ganar o irse para casa. La guinda fue ese pase de 35 yardas que Hopkins atrapa entre dos defensores, demostrando que su seguridad de manos sigue estando muy presente; ese pase de Mahomes tenía una probabilidad del 12,3% de ser completado, el 4º pase completado más improbable de toda la temporada. Eso te da Hopkins.
Eso y lo que comenzaba a ser una sequía de pases de touchdown para Mahomes, que en este partido encontró dos veces a su nuevo WR en la End Zone. Hopkins va a ganar los balones que el resto de receptores de los Chiefs vienen demostrando que son incapaces. Y, además, una última mejora, en este caso indirecta: No es casualidad que desde que Hopkins está en el equipo, Travis Kelce ha firmado quizá sus dos mejores partidos de la temporada. Es sencillo, si DeAndre Hopkins está en el campo, no puedes permitirte darle atención extra a Kelce todo el tiempo. Así que los Chiefs no solo siguen invictos, ganando siempre con apreturas, sino que se están volviendo más peligrosos de cara al momento de la temporada en el que deciden subir marchas y desplegar todo su potencial. Más favoritos todavía.